El futuro de la industria del porno

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El cambio es lo único que nos permite avanzar, aunque a veces sea complejo e incluso peligroso. Cualquier especie, incluida la nuestra por supuesto, ha tenido que pasar por diferentes etapas de evolución para alcanzar el punto actual. Nos adaptamos al entorno porque está en nuestra naturaleza, porque vivimos en un mundo en constante cambio. Y nosotros, los que estamos vivos en esta época, hemos tenido que afrontar retos realmente exigentes en este sentido. Nuestra generación ha vivido el cambio del milenio, se ha adaptado a las nuevas tecnologías y ha conocido la revolución de Internet. En muy pocas ocasiones hemos avanzado tanto en tan poco tiempo. Hace veinte años no existían los smartphones y el acceso a Internet era lento, caro y complejo. Los videojuegos se veían todavía con píxeles y la industria de la música estaba empezando a desmoronarse después de décadas de excesos. Y durante toda esta etapa, el porno ha sido, sin duda, una de las industrias que mejor ha logrado adaptarse a la situación.

No es de extrañar que en muchas escuelas de negocio en todo el mundo se pongan de ejemplo a productoras de cine para adultos, para explicar la adaptación a los nuevos medios. Internet lo ha cambiado todo, eso está claro, y las empresas que no lograron adaptarse terminaron por morir sin tener mucha alternativa, engullidas por las nuevas tecnologías. Hace veinte años la situación todavía era dudosa, pero hoy en día ya queda claro que no hay forma de llegar a la gente si no es pasando por la red. Las publicaciones más populares, las productoras más importantes… Todos están ya en Internet, y de hecho, algunos aun intentan seguirle el ritmo a la red de redes, en lo que a novedades se refiere. La aparición de plataformas como Onlyfans ha supuesto el último escollo para una industria, la del porno, que ha aprendido a reinventarse a golpes. Todo sobre la base de que el sexo siempre vende, y de que el negocio seguirá en pie, pase lo pase. Da igual si hay guerras en algunas partes del mundo, huracanes y tifones, o incluso una pandemia global. El porno siempre sobrevive, aunque su futuro, a día de hoy, es algo incierto.

Un negocio muy lucrativo

Durante años, numerosos informes de analistas profesionales han intentado medir realmente la cantidad de dinero que mueve el porno en Internet. Como mercado hegemónico, se han dejado afuera ya las pocas publicaciones que todavía se venden en formato físico, ya sean películas o revistas. Las estimaciones hablando de una cantidad cercana a los 100.000 millones de dólares, una auténtica locura, sobre todo teniendo en cuenta que casi el 10% de esa cantidad está solo en Estados Unidos. El país norteamericano siempre ha centralizado a la industria, al menos en su vertiente más internacional. Con estos datos en la mano, aun siendo solo estimados, es indudable que el porno sigue dando mucho dinero.

De hecho, las ganancias no hacen más que crecer, aunque se han diversificado mucho. Antes, el porno estaba en manos de unos pocos. Empresas como Mindgeek se han convertido en oligopolios dentro de la industria, y son, con diferencia, las que más ganan. Pero las cosas están cambiando en los últimos tiempos. Las redes sociales están permitiendo un contacto más directo de los actores y actrices con el público. De esta manera, el papel preponderante de las productoras está quedando ya en un segundo plano. Esto no significa que se tengan menores ganancias, sino que se reparten mucho más. Internet ha dado acceso a todo el mundo al porno gratis, y ahora hay que pelear hasta el último visitante. Por eso, la originalidad y la calidad se premian.

La revolución tecnológica

A finales de los años 90, el porno no pasaba por su mejor época. Se rodaban películas y había estrellas que ganaban mucho dinero, como siempre, pero había vientos de cambio en el ambiente. Muchos empezaron a entender que aquello de Internet, que ya empezaba a despuntar, podía ser algo muy, pero que muy grande. Los usuarios compartían archivos, a veces ilegales, y los primeros foros empezaban a crecer como setas. Las productoras todavía seguían lanzando su material físico, y apenas lo digitalizaban. La tecnología estaba a punto de dar el salto, pero todavía había muchas dudas. Y el sector tuvo que decidir entre evolucionar o quedarse como estaba. Quienes tomaron la primera salida, hoy siguen siendo estandartes de la industria.

La tecnología ha traído avances inimaginables en nuestra vida. Hoy son pocos los que no usan Whatsapp para hablar con seres queridos, por lejos que estén, o pasan la noche viendo capítulos en Netflix. Hemos cambiado nuestra forma de comunicarnos, de ligar, de entretenernos, de divertirnos, hasta de pensar, por los smartphones y por Internet. Y el mundo del porno ha encontrado una herramienta para conseguir que aquellos millones de usuarios que compraban cintas y revistas en los 80 sean un público prácticamente infinito. Cualquiera tiene acceso al porno en plataformas como Pornhub o xVideos, que se han colado en el ranking de las webs más visitadas cada año. El interés por el porno sigue vivo, pero ya llevamos casi una década estancados en este mismo lugar. Tal vez sea hora de que soplen de nuevo esos vientos de cambio…

Un horizonte prometedor

Todo el mundo está siempre buscando la nueva revolución en el sector, para ser los primeros en aprovecharla. Aquellos emprendedores que abrieron las primeras webcams eróticos son hoy tremendamente ricos. Las productoras que empezaron a ofrecer sus vídeos online a cambio de una suscripción  mensual se han mantenido gracias a eso. ¿Cuál será el próximo cambio de paradigma en el porno? Parece inevitable pensar que la tecnología volverá a estar involucrada, ya que los avances siguen siendo constantes en estas cuestiones. Uno de los más importantes, y que más tendrá que ver con la industria para adultos, es la Realidad Virtual. Los dispositivos para disfrutar de vídeos en este formato cada vez se venden más, al estar más asequibles. Si bien todavía es pronto para hablar de nueva revolución, son muchos los que ya han probado sus beneficios y saben que marcará un antes y un después.

El poder del espectador/usuario sobre el porno es cada vez mayor. Las actrices y creadores de contenido sexual ahora están en comunicación directa con sus fans, y pueden incluso interactuar con ellos a través de videollamadas. La posibilidad de escoger el tipo de porno que queremos ver está más cerca, siendo algo totalmente personalizado, para una experiencia propia que se ajuste a lo que queremos. Y el siguiente paso también puede ir relacionado con la novedosa tecnología del deepfake. ¿Vídeos porno con la cara de celebridades famosas, o incluso de nosotros mismos, en el papel del actor? Es algo que cada día se siente más cerca, dadas las prácticamente ilimitadas posibilidades que tenemos a nuestro alcance. El futuro se presenta halagüeño, a pesar de las dudas que todavía existen sobre una industria que tendrá que volver a reinventarse, si quiere seguir tan fuerte como hasta ahora.