Cómo se producen los preservativos

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El sexo ha sido, durante mucho tiempo, un tema tabú del que no se podía hablar en público. Al menos, no con  la familiaridad con la que lo hacemos hoy en día. Y es que durante siglos, el sexo ha estado alejado del placer, o al menos, este no ha sido su principal objetivo. Más bien se trataba de traer nueva vida al mundo, con este método natural que, como refuerzo, también ofrecía momentos de mucha lujuria. Está claro que no todas las relaciones sexuales debían terminar en embarazo, porque aquello podía ser una problema. Que se lo digan, si no, a todos esos reyes y nobles que iban dejando preñadas a sus súbditas, hasta hace no tanto. Los hijos bastardos eran el pan de cada día de estos gobernantes, porque no había manera de retener sus libidinosos deseos para con otras mujeres. ¿La abstinencia? Eso era mucho pedir. Preferían pecar y luego escurrir el bulto.

De hecho, la abstinencia era el único método anticonceptivo realmente eficaz hasta la llegada del preservativo. Había muchas otras formas de intentar que el sexo no terminara en embarazo, pero la mayoría no eran precisamente eficientes. De hecho, muchos hombres creían que, por ejemplo, con ciertas posturas su semen no llegaría al interior de la mujer, y así no habría posibilidad alguna de embarazo. Se equivocaban, desde luego, y el temor a tener una familia numerosa alejaba las opciones de muchos de esos hombres a la hora de disfrutar del sexo. Era más bien una obligación carnal que un propio disfrute. Por fortuna, el preservativo lo cambió todo cuando se inventó, a mediados del siglo XIX. Su popularización todavía tardaría unas décadas en llegar, pero supuso un cambio tremendo en nuestra sociedad. Y no hablamos solo de poder disfrutar del placer por el placer. Se han prevenido enfermedades de transmisión sexual, se ha conseguido controlar mucho mejor la natalidad, se ha dado opciones de sexo seguro a los jóvenes… ¿Qué sería de nosotros sin los condones? El mundo, desde luego, sería un lugar mucho más oscuro sin ellos.

Un anticonceptivo que cambió el mundo

El primer preservativo de caucho se creó en 1855, aunque anteriormente ya habían otros “dispositivos” similares, mucho menos eficaces, eso sí. Este elemento se creó primero como anticonceptivo, es decir, buscando evitar el embrazo en las relaciones sexuales. Pero también con la mente puesta en limitar las enfermedades como la sífilis o la gonorrea, que acuciacan en aquellos años a todo el mundo. La transmisión sexual de estas enfermedades era un problema muy grave, y gracias a la aparición de estos métodos de protección, se fue solventando poco a poco. El verdadero boom de los preservativos llegaría ya en 1920, cuando el caucho dio paso al látex, material del que hoy en día se siguen fabricando la mayoría de condones.

El látex también viene del caucho pero es mucho más resistente y eficaz en el cometido de protección sexual. Es por eso que los condones de este tipo siguen siendo los más populares, aunque también existen de poliuretano, para los que tengan alergia al látex natural. La aparición del condón supuso un cambio total en la mentalidad de la gente, a lo largo de las décadas del siglo XX. La liberación sexual no hubiera sido posible sin este tipo de anticonceptivos, ya que permitían a cualquiera tener relaciones sanas y seguras con o tras personas. El sexo ya no tenía que ser visto solo como un método para concebir, sino simplemente, como una forma de disfrutar del placer carnal y divertirse.

La mejor forma de tener sexo seguro

El preservativo es considerado por la Organización Mundial de la Salud como uno de los medicamentos imprescindibles para la salud sexual. Su uso en los países desarrollados está plenamente extendido, no tanto así en los países más humildes. De hecho, en estas naciones la tasa de natalidad es bastante alta precisamente por la ausencia de este medio anticonceptivo. Los jóvenes ya obtienen hoy en día información segura y fiable sobre su uso, para poder mantener relaciones sin riesgos con sus parejas. Se evitan así no solo los embarazos no deseados en edades demasiado cortas, sino también la transmisión de ETS. Son recomendables para cualquier edad, para cualquier hombre, en relaciones tanto heterosexuales como homosexuales… Son uno de los inventos más importantes de estos dos últimos siglos, pero muchos ni siquiera saben cómo se fabrica un condón.

Cómo se hace un condón

Todos los utilizamos, y por fortuna, estamos ya acostumbrados a tener relaciones con ellos. Es cierto que a veces puede suponer un poco de molestia, sobre todo para los que no han encontrado todavía el tamaño adecuado para su miembro. Sin embargo, el condón nos permite disfrutar de ese placer sin preocupaciones, siendo uno de los métodos anticonceptivos más eficientes. Esto se consigue gracias a un proceso de fabricación minucioso y controlado al máximo, para que la calidad de los preservativos sea total a la hora de utilizarlos. Hay mucho en juego en ese proceso de calidad, de hecho.

Los preservativos se crean a través del látex, un material flexible y resistente que surge de la vulcanización del caucho. Este proceso permite que el material se deforme y se estire sin perder su resistencia, algo imprescindible para estar bien protegidos. Después de colocarlo en unas varillas transparentas, totalmente limpias, el lates se adapta a ese molde, pasando por un proceso químico para hacerlo más resistente y duradero. Se limpia, se seca en un horno, y pasa a la fase de comprobación, donde se toman muestras al azar para estimar la resistencia del producto. Si todo va bien, el preservativo se pliega sobre el borde redondeado y se empaqueta, siempre con cuidado de no romperlo, para evitar sorpresas a la hora de usarlo.

Escorts y profesionales del sexo, los mejores testeadores

Las pruebas que se llevan a cabo para conocer la durabilidad y eficiencia de los preservativos van desde chorros de agua a corrientes eléctricas. Sin embargo, al final los que de verdad comprueban su comodidad, su eficacia, son los profesionales. Desde actores porno a amantes profesionales, que los utilizan en sus relaciones, de forma muy habitual. Si alguien sabe de coches es un  mecánico, y si alguien sabe de condones, es una escort que ha puesto y quitado muchísimos a lo largo de su vida. Por eso, son las propias profesionales las que testean los nuevos prototipos de las marcas, para confirmar su eficiencia y durabilidad. Un proceso que luego nos permite disfrutar de condones cada vez más resistentes, más cómodos y eficientes.